miércoles, 2 de octubre de 2013
Crianza Positiva, ensayo: Dinette Caudillo Alegría
Si bien la familia se inicia con la conformación de la pareja y para ello el desarrollo y la relación son lo más importante, en el transcurso del proceso vital familiar muchas cosas se van perdiendo.
En la crianza de los hijos es preciso que las parejas asuman dos funciones: la de
padres, para lo cual han de conformarse como equipo coordinado, con unidad de
criterios y pautas de crianza compartidas y cuya tarea principal es la de guiar y
acompañar a los hijos durante su desarrollo. La otra es la de ser cónyuges, con los
mismos integrantes, pero con cambio de funciones; en esta dimensión se requieren
mutuo apoyo, sensualidad, gratificación, satisfacción sexual, ternura, es decir, todo lo
que comprende la relación erótico-afectiva.
A pesar de que en el proceso de crianza de los hijos el ejercicio de la paternidad y la
maternidad tiene mayor dimensión, es preciso que la pareja determine un tiempo y un
espacio para alimentar su relación, de tal manera que se satisfagan las expectativas de
cada uno. La relación es un proceso que evoluciona y crece; sólo en la medida en que
hay compromiso de nutrirla, se conservará y se llegará al final del proceso vital familiar.
La estabilidad, las manifestaciones de afecto, apoyo y gratificación hacen que la pareja
satisfaga sus necesidades personales y facilitan la interiorización de modelos de
relación de pareja gratificantes, lo cual produce ambientes en los que el desarrollo
integral se favorece con seguridad y estabilidad.
La construcción de pareja es un arte en el que ambos aportan; es preciso fundar el
amor de tal manera que madure progresivamente, con creatividad, con atención
constante, que responda a los sentimientos, intereses, expectativas, cambios y
procesos personales de cada uno, de tal modo que se potencie el conocimiento y
autoconocimiento permanentes y se establezcan con claridad los roles y funciones de
cada uno, junto con la decisión y el valor necesarios para superar las crisis normativas y no normativas que ocurren durante la convivencia.
De lo analizado anteriormente se desprende la necesidad de pensar en la relación de
pareja como algo vivo, en constante evolución y que es necesario cultivar
permanentemente para que pueda sobrevivir y continuar perfeccionándose después de
que aparezcan los hijos en escena.
La observación atenta de la realidad familiar actual permite comprender que la relación de pareja y la de padres e hijos se influyen mutuamente. Una relación de pareja
satisfactoria facilita a cada uno realizar su propio proyecto y crecer como persona; se
acercan sin llegar a confundirse, lo cual se refleja en una relación cercana, serena,
creativa, tolerante y firme con los hijos.
La influencia entre la relación conyugal y la relación padres-hijos es de doble vía, pues
la forma de corregir a los hijos, la influencia que los padres tienen sobre ellos, los
valores que se les inculcan, las diferentes manifestaciones de afecto, las formas de
resolver los conflictos, son elementos que están íntimamente relacionados con la
estabilidad y armonía que se genera en la pareja; de ahí la necesidad de insistir en la
importancia de mantener un sano equilibrio entre la relación de pareja y las relaciones
con los hijos. Es así como se aporta al mejoramiento de la calidad de vida de la familia y a la creación de un ambiente adecuado para el sano desarrollo de los hijos.
Cuando los hijos crecen rodeados por padres que tienen relaciones de pareja
gratificantes, estables y seguras, tienen más alternativas en su desarrollo y se les
trasmiten los elementos que les facilitan el afrontar la vida con realismo y creatividad.
Además, establecerán posteriormente relaciones en las que la gratificación mutua, la
expresión de afecto y el intercambio de sentimientos, les ayudarán a crecer y
profundizar en sus relaciones.
Se puede afirmar que una pareja avenida, que es la que tiene satisfechas sus necesidades, crea un ambiente que potencia la evolución personal de los hijos, ofreciéndoles posibilidades que les facilitan el éxito en sus relaciones individuales y de pareja posteriormente, haciéndolos capaces de elegir, amar y ser amados.
Para el sano desarrollo de los hijos es importante que éstos crezcan bajo el cuidado de
una pareja en la cual la conyugalidad sea profunda, estable y que les trasmita
seguridad y confianza, factores que protegen el desarrollo de la personalidad sana y en
el futuro potencian el comportamiento de adultos.
Por el contrario, cuando la relación de pareja es insatisfactoria y conflictiva, se tiende a trasladar las emociones y actitudes negativas a la relación con los hijos, con bajo nivel de tolerancia a sus limitaciones naturales, abandono físico o emocional o imposición de responsabilidades afectivas que no les competen, todo esto como mecanismo de compensación ante la sensación de frustración, dolor, posible resentimiento y vacío que produce la relación con el compañero, lo que suele dañar a los hijos emocionalmente; a demás, cuando las relaciones son insatisfactorias y distantes se disminuyen las posibilidades de que los hijos exploren el mundo libremente y logren un adecuado desarrollo personal social.
Finalmente, se sugieren algunas recomendaciones prácticas que ayuden a mantener la armonía:
Mantener abiertos los canales de comunicación familiar, para lo cual es necesario aprender a intercambiar ideas, sentimientos y puntos de vista. Es
importante mantener la decisión de comunicarse permanentemente, de manera honesta, con respecto a todo lo que se piensa, se siente, se desea y se necesita.
Llevar los acuerdos y los compromisos a la acción, pues la comunicación suele dar lugar a numerosas expectativas entre las personas, sobre todo si se trata de revelar sentimientos, necesidades y opiniones que han estado escondidas, porque se perciben como comprometedoras, o porque producen sensación de vulnerabilidad entre quienes las experimentan. Es indispensable que los acuerdos se respeten y cumplan tal cual como fueron pactados, pues de lo contrario, las relaciones familiares se verán progresivamente ensombrecidas y la comunicación se hará cada vez más difícil de mantener.
Conservar la magia de la intimidad a todos los niveles, dado que la intimidad es la forma más profunda, viva y sana de la relación. Consiste en que cada una de las personas considere el bienestar del otro tan importante como el suyo propio cuando están juntos. Es como un espacio–tiempo que se dan el uno al otro para expresarse el amor de manera profunda, cercana y personal, sólo para ellos, libre de ansiedades, inseguridad y malestar.
Como padres interesados en el bienestar de los hijos agrego una última reflexión de Zig Ziglar: La única manera de formar hijos moralmente sanos es empezar por ser padres con visión positiva” (Cómo criar hijos positivos en un mundo negativo, 2004).
Bibliografía.
www.serpadres.es 24-sep-2013
www.udea.edu.co 26-sep-201
www.educarenpositivo.com 26-sep-2013
www.upcomillas.es 30-sep-2013
“Como criar hijos con actitudes positivas en un mundo negativo”, Zig Ziglar, Ed Norma.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario